"... el impulso sexual es el más intenso de nuestros apetitos,
el deseo de los deseos, el foco del querer; todo nuestro propio querer in nuce
y sus motivos eclipsan a todos los demás. Tal como la correspondiente
satisfacción del mismo constituye para nuestro deseo individual el apogeo, la
coronación, el objetivo último de todos nuestros afanes naturales, con cuya
consecución todo queda logrado y con cuya frustración todo queda
malogrado...
De esta manera, el cuerpo es el lugar de origen de todas las representaciones
que emergen como una masa abigarrada de deseos, impulsos, actos reflejos y
reacciones, y que sólo después de hacerlo, es decir, a posteriori, son
representadas en la conciencia.
... mi cuerpo y mi voluntad son una misma cosa; o lo que yo llamo
representación intuitiva de mi cuerpo, lo llamo así en cuanto adquiero
conciencia de éste por una vía completamente distinta e incomparable: mi voluntad.
O mi cuerpo es la objetivación de mi voluntad o, mi cuerpo, aparte de ser una
de mis representaciones, es a la vez mi voluntad."
Arthur Schopenhauer.
El mundo como voluntad y representación.
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