“... tanto para Descartes como
para los escolásticos la esencia del alma consiste, principalmente, en conocer,
o más bien, en un pensamiento abstracto que no precisa de imágenes, ni del
mundo corporal, tal como le ocurre al conocimiento intuitivo, a cuya esfera
pertenecerían el anima sensitiva, y el cuerpo, más no el alma. La voluntad
sería considerada por lo tanto como un acto mental y quedaría identificada con
el juicio (como sugieren Descartes y Spinoza). A mi modo de ver es justo al revés. La voluntad es lo primero y originario; el
conocimiento hace mero acto de presencia y pertenece a la manifestación de la
voluntad. Todo hombre es cuanto es, merced a su voluntad, posee originariamente
su voluntad y su carácter, y el querer constituye la base de su esencia; el
conocimiento se añade a ello y solo sirve para mostrarle lo que ya es. Se
conoce a consecuencia y en conformidad con su voluntad. Para todos los demás
pensadores, el hombre quiere a consecuencia de y en conformidad con, su
conocimiento; le bastaría con reflexionar sobre cómo le gustaría ser, para
serlo. Tal sería su libertad: el hombre sería su propia obra bajo la luz del
conocimiento. Por el contrario, yo mantengo que ya es su propia obra antes de
todo conocimiento y que, el conocimiento, sólo viene a iluminar esto. Por eso
no puede decidir ser de tal o cual manera, pues no puede ser de otro modo, sino
que lo es para siempre y luego ya conociendo cuánto es. Según ellos, quiere lo
que conoce; en mi opinión, conoce lo que quiere”.
Arthur Schopenhauer.
El mundo como voluntad y representación.
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