viernes, 17 de agosto de 2012

Despierta amigo, abandona la infancia (Parte VIII)


“La fuente principal de los peores males que afligen a los hombres es el hombre mismo: homo homini lupus. Aquel que comprende esto claramente, ve al mundo como un infierno aún peor que el de Dante; porque en él, un hombre es el demonio de otro. Por supuesto, algunos son más aptos para esta función; por ejemplo, un enemigo jurado lo es más que cualquier otro y se presenta en forma de conquistador, reúne a varios cientos de miles de hombres —unos enfrente de otros— y exclama: 'Vuestro destino es sufrir y morir; disparaos los unos a los otros con el cañón' — y ellos lo hacen [...] la conducta de los hombres se caracteriza por la regla de la injusticia, la extrema desigualdad, la dureza e incluso la crueldad; sólo como excepción se manifiesta otro tipo de conducta. La necesidad de un Estado y de una legislación se apoyan en este hecho [...] El modo en que el hombre trata al hombre se refleja, por ejemplo, en la esclavitud de los negros, cuyo objeto definitivo es la producción de azúcar y café. Sin embargo, no hace falta ir tan lejos, algunos niños entran en una fábrica de tejido de algodón u otro tipo de fábrica a los cinco años y, a partir de ese momento, trabajan primero diez horas al día, después doce y finalmente catorce, realizando siempre el mismo trabajo mecánico. Esto es pagar muy caro el placer de respirar. Y, sin embargo, es el destino de millones de seres humanos ... Nosotros, en cambio, podemos sentirnos profundamente miserables por los más leves incidentes o perfectamente felices por cualquier nadería. Digamos lo que digamos, el momento más feliz del hombre es en que se queda dormido, así como el momento más desgraciado es el momento en el que se despierta”. 

Arthur Schopenhauer. 
El mundo como voluntad y representación.

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