lunes, 25 de febrero de 2013

Libro de los libros


No hay en la tierra un ser humano capaz de declarar quién es. Nadie sabe qué ha venido a hacer a este mundo, a qué corresponden sus actos, sus sentimientos, sus ideas, ni cuál es su nombre verdadero, su imperecedero Nombre en el registro de la Luz... La historia es un inmenso texto litúrgico, donde las iotas y los puntos no valen menos que los versículos o capítulos íntegros, pero la importancia de unos y de otros es indeterminable y está profundamente escondida.


Jorge Luis Borges

domingo, 17 de febrero de 2013

Conversaciones

Y es que hay dos maneras de leer un libro: puede considerarse como un continente que remite a un contenido, tras de lo cual es preciso buscar sus significados o incluso, si uno es más perverso o está más corrompido, partir en busca del significante. Y el libro siguiente se considerará como si contuviese al anterior o estuviera contenido en él. Se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito. Pero hay otra manera: considerar un libro como una máquina asignificante cuyo único problema es si funciona y cómo funciona, ¿cómo funciona para ti? Si no funciona, si no tiene ningún efecto, prueba a escoger otro libro. Esta otra lectura lo es en intensidad: algo pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es una especie de conexión eléctrica.

Gilles Deleuze

viernes, 1 de febrero de 2013

Sócrates II

"Nunca en mi vida me he concedido reposo en el esfuerzo por aprender, sino que, descuidando lo único que la mayoría cuida —el dinero, el hogar, el ser estratego o caudillo y demás magistraturas, y las conjuraciones y sediciones ciudadanas...— no me metí en las cosas en que no creí que pudiera ser útil ni a vosotros ni a mí mismo, sino que siempre acudí allí donde podía aportar el mayor beneficio, acercándome en privado a cada uno y tratando de convencer a cada uno de vosotros de que se preocupara por sí mismo antes que por sus intereses, a fin de llegar a ser más bueno y más sabio; [por el mejoramiento espiritual] de su ciudad antes que por los bienes materiales de ésta." (Apol., 36b-c.) "Debido a esta tarea, no tuve posibilidad de hacer nada digno de consideración, ni en los asuntos públicos ni en los privados, de manera que vivo en pobreza infinita por servir al Dios." (Ib, 23 b.)