“Yo, mono libre, acepté ese yugo;
pero de esta manera los recuerdos se fueron borrando cada vez más. Si bien, de
haberlo permitido los hombres, yo hubiera podido retornar libremente, al
principio, por la puerta total que el cielo forma sobre la tierra, ésta se fue
angostando cada vez más, a medida que mi evolución se activaba como a fustazos:
más recluido, y mejor me sentía en el mundo de los hombres; la tempestad, que
viniendo de mi pasado soplaba tras de mí, ha ido amainando: hoy es tan solo una
corriente de aire que refrigera mis talones. Y el lejano orificio a través del
cual ésta me llega, y por el cual llegué yo un día, se ha reducido tanto que
–de tener fuerza y voluntad suficientes para volver corriendo hasta él– tendría
que despellejarme vivo si quisiera atravesarlo. Hablando con sinceridad –por
más que me guste, hablar de estas cosas en sentido metafórico– , hablando con
sinceridad os digo: vuestra simiedad, estimados señores, en tanto que tuvierais
algo similar en vuestro pasado, no podría estar más alejada de vosotros que lo
que la mía está de mí. Sin embargo, le cosquillea los talones a todo aquel que
pisa sobre la tierra, tanto al pequeño chimpancé como al gran
Aquiles…”
Franz Kafka
Franz Kafka
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